La Catedral de Guadalajara, situada en el Centro Histórico, es la parroquia sede de la Arquidiócesis de Guadalajara y una de las construcciones más emblemáticas de la ciudad.

Su construcción comenzó en el año de 1561 por mandato de Felipe II Rey de España, siendo Fray Pedro de Ayala quien colocara y bendijera la primera piedra. La obra quedó a cargo del Arq. Alarife Martín Casillas.



Durante su lenta construcción, debido a la escasez de recursos, sufrió un importante incendio provocado por un chispazo durante el festejo de las Pascuas del Espíritu Santo en el año de 1574.

Después de 56 años, el Lunes 19 de Febrero de 1618 fue la dedicación de este templo, Aún sin decorar, con la fachada incompleta y sin torres, el Dean Antonio de Avila de la Cadena, acompañado de muchos fieles, trasladó el Santísimo Sacramento de la vieja a la nueva Catedral. Fue hasta el 22 de Octubre de 1716 cuando, el obispo Mimbela, consagró solemnemente esta iglesia y altar en honor a la Asunción de la Santísima Virgen, encerrando en el altar las reliquias de los santos mártires Concordio, Celso, Defente y Felicísimo.

La representativa fachada de la Catedral Metropolitana está construida con una mezcla de estilos arquitectónicos de influencias góticas, barrocas, moriscas y neoclásicas.

Las torres, de 65 metros de altura, que actualmente posee la Catedral y que la han convertido en un símbolo de Guadalajara, fueron construidas en el siglo XIX ya que las originales se derrumbaron a causa de un temblor en el año de 1818. La cúpula tampoco es la original ya que esta fue reconstruida después de un sismo en 1875.

Uno de los mayores atractivos de la Catedral de Guadalajara es la “cripta de los arzobispos”, ubicada debajo del coro y del altar mayor. Aquí se yacen los restos de obispos y cardenales quienes han gobernado la diócesis desde el siglo XVI incluyendo los de Juan Jesús Posadas Ocampo, asesinado en el Aeropuerto Internacional de Guadalajara en 1993. También están los restos de los obispos Francisco Gómez de Mendiola y Don Juan Santiago de León Garabito quienes al fallecer, sus cuerpos quedaron incólumes por lo que se les atribuye santidad. Sus féretros se colocaron a los lados de la puerta principal y los feligreses los tocaban para pedirles favores: si al poner el oído sobre la caja escuchaban una respuesta desde el interior, el milagro sería concedido.

Sublime para algunos y grotesca para otros, una de las principales reliquias del arzobispado tapatío es el Relicario de los Mártires que consiste en una vitrina que exhibe los restos óseos de 23 hombres. Los restos de estos hombres fueron beatificados por el Papa Juan Pablo II en 1992 en honor a haber defendido la libertad de culto religioso durante las guerras cristeras.

Entre sus tesoros se aprecia La Purísima Concepción, pintura creada por Bartolomé Esteban Murillo. También famoso es su órgano, el segundo más grande la República Mexicana, de origen francés. Destaca también la escultura de la Virgen de la Rosa, regalo del emperador Carlos V, un cristo de marfil y óleos de artistas mexicanos.

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