Cuántos turistas (incluidos nosotros) se han tomado la famosa fotografía en la fuente de “Los Niños Miones” en la plaza tapatia, sin saber, que justo a un lado de la fuente, se encuentra el Rincón del Diablo, una callecita con una leyenda bastante misteriosa.
El Rincón del Diablo se ubica entre lo que ahora es la Secretaría de Turismo, anteriormente la Casa de la Santa Inquisición y una casona convertida en restaurante.
Toda esta finca fue parte del convento de Santa María de Gracia, del que solo queda la iglesia y que abarcaba del oriente hasta el río San Juan de Dios (hoy Calzada Independencia), por el norte hasta la calle Juan Manuel, por el poniente hasta Belén y por el sur hasta cruzar por Hidalgo, en una de sus largas paredes, chocaba un angosto callejón tétrico y obscuro, llamado del “Ahorcado”, se le conocía por ese nombre porque ahí se colgó a un adúltero de apellido Lemus.
Dice la leyenda, que en la época virreinal -por el año de 1590- este callejón era visto con horror por todos los habitantes de Guadalajara. Al tiempo se le comenzó a llamar como “Rincón del Diablo” por un suceso muy comentado que pasó ahí, al parecer, un grupo de “distinguidos tapatíos” se daban cita por las noches para adorar a satanás.
Se dice que las religiosas que habitaban el convento, encontraron una noche en ese rincón, una larga mesa con paño de tumba, donde cuatro velas negras sostenidas en cráneos humanos, alumbraban a varias mujeres desmelenadas, que apurando en copas un brebaje misterioso, azotaban con recias disciplinas a un Santo Cristo de Marfil, que tendido sobre aquella triste y sacrílega mesa, parecía que con sus inconmovibles miradas suplicaba gracia y favor de aquellas brujas.
El Santo Tribunal descubrió luego, en la casa que ahora es la Secretaría de Turismo, que varios tapatíos de aquellos tiempos, adoraban al diablo en una rica pintura que adornada con varias joyas, ocupaba el lugar de honor en su largo y artístico salón todo él adornado con ricos cortinajes de Damasco y que servía para sus orgías, las viandas y licores que había en grandes mesas, que podían compararse con los de la Corte de Nerón o Caracalla.
Los adoradores del demonio fueron llevados a la prisión inquisitorial. Esta casa fue, a través del tiempo, habitada por particulares, fue sede de la Santa Inquisición durante la colonia, después ocupada por un modesto expendio de carbón y desde que se hizo la Plaza Tapatía, en esta finca se encuentra la Secretaría de Turismo del Estado de Jalisco.
Antiguamente este rincón, según la primitiva nomenclatura, estaba marcado con la letra C, después llevó el número 13 y hoy lleva el número 102 de la calle Morelos.
Fuente:
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